Reserva La Payunia y Geoparque

Habías escuchado hablar de este lugar? Es increíble que no tenga el reconocimiento que se merece, yo hasta diría que podría agregarse como uno de los principales atractivos de Argentina, y no exagero! Es un lugar único en el mundo, un paisaje que sólo puede encontrarse ahí, y literal, es de otro planeta. De hecho ya está postulado en la UNESCO para ser Patrimonio de la Humanidad.

El Área Natural de La Payunia es uno de los campos volcánicos más grandes e importantes de Sudamérica. Dentro de sus 660 mil hectáreas protegidas se encuentran unos 800 volcanes y ríos de lava, hoy transformados en roca volcánica, que recorren decenas de kilómetros. El color de esta roca es negro, y es lo que más llama la atención, porque hace que te adentres a un paisaje cuasi lunar. Mezclado con los tonos rojizos y amarillo de los coirones, arbusto que predomina en el lugar (y que si viajaste por la Patagonia conocerás como el yuyito pinchudo amarillo) hacen que uno se sienta en Marte! Lo que uno ve es único, no podría compararlo con nada porque jamás había estado en un lugar así.

En este momento, como medida del COVID, se exige sacar un turno para poder ingresar, que se puede solicitar en www.turneroanp.mendoza.gov.ar y tiene un valor de $250. También es requisito ingresar con guía habilitado, el sitio se encuentra a 200 km de Malargüe y no te dejarán entrar a la Reserva si no vas acompañado de uno, dato no menor. Si contratas una excursión incluirá guía y el transporte, el valor a la fecha es de $4800 por persona (Marzo 2021). Si como nosotras viajas en auto propio entonces podés contratar guía y llevarlo en tu vehículo, el precio estipulado por el día es de $5000.

El día que llegamos a Malargüe era de noche y fuimos directamente a la Secretaría de Turismo. Nos dieron un PDF lleno de información y así comenzamos a buscar guía para el día siguiente. Era tarde, pero Marisa nos respondió enseguida. Decidimos organizar con ella nuestra salida, que además incluiría la visita al Geoparque Llano Blanco. Un sitio privado que preserva fósiles y que aún está poco difundido.

Salimos temprano, teníamos turno de ingreso a las 12 del mediodía y se tarda aproximadamente 3 horas en llegar. El asfalto dura poco, la mayor parte del camino es de ripio. En el camino se puede ver de lejos la Antena DS3 y el Volcán Malacara. Este último puede agregarse al recorrido si es que no se hace otro día junto a la Laguna Llancanelo.
Nuestra primer parada fue en lo de Matilde por una tortas fritas, peeero justo ese día había salido asique nos quedamos con las ganas de probarlas y conocerla. Continuamos entonces hacia el ingreso, donde el guardaparque chequea que esté todo ok y se puede hacer uso de los baños, que son los únicos de la reserva.
Es bastante loco ver pozos de petróleo tan cerca del ingreso al área, eso nos llamó la atención, pero a medida que uno se adentra en el paisaje negro se va transportando de a poco a otro planeta. Sin salirnos del camino y con las paradas estipuladas, Marisa nos iba enseñando el lugar. Todo está impoluto, no hay otras huellas salvo las marcadas por donde transitan todos, esa inmensidad virgen deslumbra todavía más.

Luego de almorzar al reparo con el Volcán Payun Liso de fondo, disfrutamos nuestra última parada en el lugar; el cráter del Volcán Morado. El camino es corto y la vista increíble, acá deslumbra el tono que le da su nombre.

Finalizado el recorrido en la reserva, Marisa nos guió en los caminos internos, los mismos que utilizan los petroleros de YPF, para poder salir a la Ruta 40 y visitar el Geoparque. Estos caminos no están señalizados y es imposible ubicarse sin guía en el lugar.

En el Geoparque nos esperaba Roberto, guía local que también pertenece a Promatur, quien nos contó sobre las particularidades que posee Malargüe y nos enseñó la flora y fósiles del lugar. Para ese momento de la tarde el cielo ya se vestía de gris intenso anunciando tormenta. Al regresar, Cristian, encargado del Miticayo Parador de Ruta nos sorprendió con un rico café bien calentito y tortas fritas, que recomendamos a todos los que lleguen hasta el lugar. Y de paso le dejan también nuestros saludos a Alvarito, el chivito mascota!

*Se agradece especialmente a los guías Marisa Berdú y Roberto Araya por enseñarnos estos lugares, y a Cristian por su hospitalidad.

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