Las fascinantes cuevas pintadas de Guachipas, Salta

A veces creemos estar al tanto de todo lo que nos rodea, solo por el hecho de estar cerca. ¡Y que grata es la sorpresa al darnos cuenta que no es así! Porque siempre habrá algo nuevo por conocer. El ejemplo que traemos en esta nota es un tesoro arqueológico que se encuentra a poco más de 100 km de la capital de Salta, específicamente en la localidad de Guachipas: más de mil pinturas rupestres que adornan cerros y cuevas, realizadas por los primeros habitantes del lugar, los diaguitas calchaquíes.
"¿Cómo es que nunca supimos de semejante lugar?" fue la pregunta que nos hicimos al enterarnos de su existencia, y la que muchos seguramente también se harán. Y es que el trabajo de promoción y revalorización de este sitio es relativamente reciente, por lo que es, aún, muy poco conocido para la gente, incluso para los salteños.
Para llegar a Guachipas desde la Ciudad de Salta se debe seguir la Ruta Nacional 68 hasta la localidad de La Viña, donde hay que desviarse por la Ruta Provincial 6. Es muy recomendable pasar primero por el Centro de Interpretación de Arte Rupestre, donde los guías locales realizan unas explicaciones preliminares antes de realizar la visita guiada a las cuevas (¡e incluso un entretenido juego interactivo!). La atención de los guías es de lujo: son muy cálidos con el visitante y procuran que ningún detalle quede sin explicar. Ahí nos atendió Raúl “Pájaro” Aguirre, y quien nos acompañó hacia las cuevas fue Mirtha Ramo.
El camino hacia las cuevas es de 30 km, por una ruta consolidada. La primera parada es en el llamado "punto de sanación". Este sitio era empleado como tal debido a la altura que se encuentra, y por consiguiente, su cercanía al sol. Aquí no se encuentran pinturas aún, pero sí unos morteros en las rocas donde, al llover, el agua refleja las distintas constelaciones de las estrellas. Los pueblos originarios se valían de la ubicación de estas para conocer la estación del año en la cual cultivar.
El camino se continúa en vehículo hasta llegar al punto de partida del recorrido hacia las cuevas, que es a pie. Éste es de baja dificultad, y teniendo en cuenta las paradas en los diferentes aleros (que son aproximadamente 40 pero en solo una docena se puede parar a observar), toma unas tres horas ida y vuelta. Es importante llevar agua, gorra y protector solar.
A medida que uno se aleja del punto de partida, no solo se asombra con los paisajes si no también con la peculiar flora y la diversidad de aves, como por ejemplo el cóndor, un importante símbolo en la cultura de los pueblos originarios.
En el primer alero pueden encontrarse una particular formación geológica, que era comparada con el útero de la madre y donde se realizaba un ritual en el que niños de entre 13 y 14 años pasaban por el pequeño “túnel”, y al salir, recibían la adultez.
Sin conocer la escritura, los diaguitas plasmaban su conocimiento en estas rocas y lo transmitían a las siguientes generaciones, por lo que este sitio era empleado como una suerte de universidad. Pueden verse representaciones de animales, guerreros, y demás elementos de la vida cotidiana, como rituales.
Visitar este sitio es una manera de viajar a las raíces de la cultura de sus primeros habitantes, y de comenzar a valorar dicho patrimonio, ¡por lo que esperamos que puedan hacerlo!

Ante cualquier consulta, dejamos los contactos de los guías locales:
[email protected]
+5493874061273 (Raúl Aguirre)
+5493874478056 (Mirtha Ramo)

Y en nuestro canal de YouTube tenemos un video donde podrán ver más de este hermoso lugar:

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