Mi experiencia en Bangkok

Después de 36 horas de vuelo con escala en San Pablo y Etiopía, llegamos a Bangkok. La capital de Tailandia y la primera ciudad asiática que conocimos. En ese momento, no sabíamos que nos gustaría tanto que pasaríamos en ella casi tres meses.

Con más de 8 millones de habitantes, uno de los peores tráficos del mundo y una belleza particularmente atrapante, Bangkok tiene un nombre larguísimo pero que se resume en un simple “Ciudad de ángeles”.

Sin saberlo, en nuestra primera visita nos recibió vestida de blanco y amarillo, colores que representan al budismo y a la máxima autoridad, el rey: eran los actos finales de la coronación de Rama X, hijo de quien gobernó durante 70 años.

La ciudad estaba convulsionada. Los tailandeses iban y venían tomando las calles. Esperaban sentados en las veredas, en sus motos, en minibanquitos o donde pudieran ubicarse esperando el cortejo real. En esos días vimos muy pocos o casi ningún turista, a pesar de que los transportes y atractivos eran gratis por los tres días que duraba el festejo: ¡un hurra al ahorro viajero!

La capital tailandesa fusiona edificios super modernos, con templos budistas y monjes que flotan sobre las aceras con sus túnicas naranjas y cruzan los canales que a su vez atraviesan esta ciudad dividida dividida en dos por el Río Chao Phraya.

Bangkok es enorme y nunca se acaban las cosas para hacer. Tiene mucho arte, lugares históricos, hermosos y grandes espacios verdes y por sobre todas las cosas, mucha, mucha, comida callejera. ¡MUCHA! Pero en unos días y gracias a los veloces tuk tuks -uno de los transportes más populares del lugar- se pueden conocer las principales atracciones.

Sin duda, uno de nuestros lugares favoritos es China Town. Este barrio chino es uno de los más antiguos del mundo. Durante la mañana y tarde predominan los puestos que venden especias, productos al mayorista, carteras, zapatos, artículos eléctricos... y montones de cosas mágicas que lo resuelven todo. Cuando cae el sol, los puestos y carritos de comida toman la calle y se convierte en uno de los mejores momentos para visitarla y probar de todo.

Otro de los lugares reconocidos para comer es Jay Fai Restaurant, el restaurante de comida callejero con una estrella Michelin que quizás conozcan por la serie Street Food de Netflix. Además, es la comida callejera más cara, ya que si bien el precio para tener una estrella es barato puede valer 10 veces lo que un plato en cualquier puesto.

Pero no es necesario ir a Jay Fai para probar el sabor de Bangkok, los puestos están por todos lados para siempre estar comiendo un pincho, un pad thai, tom yum, masamman curry, papaya salad, o un mango sticky rice, entre tantas otras delicias.

Pero basta de hablar de comida que nos da antojo de…¡no sabríamos cuál elegir!

Bangkok es hermosa y super segura así que es muy recomendable perderse en sus calles, así que el primer consejo es que no duden en caminar sin rumbo, dejándose llevar y metiéndose en todos los recovecos que les genere curiosidad, eso si, siempre con respeto.

El templo del amanecer o Wat Arun es uno de los más importantes y más emblemáticos de la ciudad. Se encuentra en la ribera del río Chao Phraya, justo enfrente de otros dos de los puntos imperdibles para una visita rápida por Bangkok: el Gran Palacio y Wat Pho, o templo del buda reclinado. Por lo que se puede realizar todo durante el mismo día. También lo podemos combinar con otros templos como el del buda de oro (Wat Traimit) o el templo del Buda Gigante (Wat Intharawihan).

Como verás, Bangkok es inabordable para un solo viaje y para un solo texto. Así que vamos a hacer un punteo rápido de otros atractivos para ver.

La ciudad tiene un mercado de flores hermoso. Otro lugar muy visitado, aunque no es de nuestros favoritos, es Khao San Road la calle principal para los turistas. También podés visitar Wat Saket, la montaña de Oro, darte un buen masaje o probar el Durian la fruta más apestosa del mundo.

Cerca de la ciudad se encuentran varios mercados flotantes entre los que se destaca Damnoen Saduak. Ya que a pocos minutos de él está el mercado de Maeklong donde los vendedores se sitúan en los costados y sobre la vía, así que cuando pasa el tren se puede ver cómo arman y desarman sus puestos.

Quizás ahora se entiende un poco más por qué pasamos tanto tiempo en Bangkok.

Es inmensa, con muchísimas cosas para hacer y que no alcanza días ni semanas para conocerla, pero este pantallazo es un buen comienzo para compartir esta ciudad a la que siempre queremos volver.

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