El complejo se encuentra a 7 kilómetros del centro del poblado. Puede sonar algo alejado, pero el camino se hace rápido ya que las avenidas se encuentran pavimentadas, por lo cual la circulación es veloz. De todos modos, para acceder a buenos precios no es necesario llegar hasta el centro ya que hay despensas, rotiserías y panadería a tan solo 2 kilómetros del lugar.

Al estar distante de la ciudad hace de la estadía una verdadera tranquilidad. Además de apreciarse El Calafate desde lo alto y poder disfrutar del resplandor de las luces sobre el lago por la noche, tendrán (con frecuencia) visita de animales de la zona, tales como zorros, liebres, algunos caballos y una infinidad de aves como Cauquenes. La combinación perfecta entre naturaleza y ciudad.

Las cabañas están perfectamente equipadas para que cuatro personas pasen una increíble estadía. Son espaciosas y al ser, en su mayoría, de madera, generan un descanso mental sorprendente.

Las cabañas se venden por sí solas por las fotos, pero quiero destacar algo que no puede captarse en las imágenes. La buena onda de nuestra anfitriona y dueña, Vicky. En todo momento nos hizo sentir como si la cabaña fuera nuestra casita por unos días. Con su solidaridad y predisposición nos ayudó a ubicarnos por toda la ciudad.