Conexión natural extrema

Nuestra crónica arrancará con el saludo y presentación de quien será nuestro guía y encargado de
transportarnos al mas allá por algunas horas. Mas adelante confesaremos si logró o no el objetivo.
Damos inicio al subir a la Defender, vehículo equipado y característico de terrenos irregulares, a
una experiencia única e irrepetible. Al menos eso nos planteamos nuestros compañeros de viaje y
el que narra, el destino y el azar se encargara de todo lo demás. Abandonamos la ciudad, con
rumbo a una conexión natural extrema. Circulamos por la ruta provincial 11 que comunica la
ciudad de El Calafate con el aeropuerto. Llegamos a una tranquera, marcamos el acceso a una
famosa estancia de la zona, arranca allí nuestra travesía. Nos entregamos a la desnudez de la
estepa. La ronda de mate iniciada por el acompañante, rol que ocupo con interés y vocación, va
logrando la comunión de los excursionistas y con la voz de la sabiduría, el guía, a partir de este
momento.
Aprendimos que la estancia tiene una historia particular, abierta al público con el fin de comunicar
y diversificar la paleta de flora y fauna originaria del lugar. Las dueñas actuales, decidieron abrir
este portal del conocimiento a quienes decidan aprender, interpretar y respetar.
Los guanacos a la vera de la traza, se mueven con el vaivén del viento y las pasturas del lugar.
Mayormente en conjunto, es posible advertir sus conductas grupales, siempre atentos a la
presencia de algún depredador del lugar. Hablando de ellos, es posible ubicar algún zorro
merodeando los cascos de estancia o asentamientos en el terreno. Para los abonados al detalle,
nos contaran que es posible detectar huellas de uno de los máximos depredadores del lugar, el
puma. También es posible observar ñandúes, cóndores, vacas y caballos como parte de la
escenografía local.
Sugerimos, estar muy atentos, ya que los animales, al menor ruido o impacto que perturbe su
territorio, desaparecen de la vista con un abrir y cerrar de ojos.
Con la visual invadida por tanto cielo y tanto agreste, cerramos esta primera etapa, con una de los
mejores vistas del lugar. Llegamos a los acantilados y hay que festejar. En frente, tenemos a el lago
más grande de la Argentina y sus costas irregulares, nos regalan una bella imagen, digna de una
buena captura o segundos grabados para reproducir siempre en nuestras retinas. Tener espacio
en la memoria de nuestros dispositivos y un mate espumoso, facilitará el goce que nos propone
este bello sitio.
Con la admirable puesta de sol que nos acompañó hasta recién, damos paso al próximo nivel;
bienvenidos al mundo ancestral de nuestros pueblos originarios, hoy con los Tehuelches.
Equipados contra el frio que se hace presente, con material lumínico y las cámaras listas (en mi
caso lamento que se murió mi batería de la cámara) estamos listos para ir mas allá. Visitamos una
zona arqueológica donde podremos apreciar la vida y obra de estos habitantes característicos que
vivieron hace miles de años. En imprescindible, dejarse llevar por los relatos y la reconstrucción
que nos ofrecen los guías, que con mucho oficio nos logran ubicar en tiempo y espacio con la
geografía autóctona. Dicho esto, podremos divisar arte rupestre mediante pinturas en las cuevas a
orillas del lago. Indefectiblemente nos teletransportamos en el tiempo para poder apreciar las

huellas que estos habitantes quisieron dejar. El legado místico y las miles de preguntas que nos
surgen al pensar, que fue lo que los impulso a dejar su marca en ese preciso momento y lugar. Lo
que más me impacto fue la presencia de los Chenques marcando y delimitando territorio. El
cumulo de piedras, simboliza el sitio exacto donde los restos de un habitante fueron depositados.
Se cree, que estos mismos le daban el impulso para volver y reencontrarse con sus seres queridos
en otro lugar. Debo confesar, que dediqué tiempo luego a investigar del fenómeno y es un
hermoso viaje de ida para el que guste interiorizarse más.
El viaje al rico e interesante pasado, nos llega a la última estación de este tren de aprendizaje y
como no podía ser de otra manera, nos dará cobijo una cueva a orillas del lago. El ambiente
natural logrado es digno de destacar. Nuestro menú se adapta al fresco de la noche y nos invitan a
deleitar. Nuestra entrada; sopa de calabaza y cebolla, fue gustosa y abundante. Plato principal;
guiso de cordero presentando en un pan de campo ahuecado, el mejor sándwich jamás inventado
para esta noche. Cerramos con un mousse de chocolate, para terminar dulces hasta explotar. Se
acompaña con un rico vino para degustar, o gaseosas y agua. Existe una opción vegetariana, que
con aviso pertinente se puede aprovechar.
Vale aclarar que la comida es preparada en el día y los guías se encargan de calentarla al fuego en
marmitas de hierro. Existen estufas a leña para ambientar el sitio y que nadie pase frio. La
experiencia gastronómica, incluyendo servicio y comida en sí, es digno de admirar. Como broche
final de la jornada, alguien dío preaviso de mi cumpleaños y el de otro compañero de excursión,
que desconozco, realizamos un lindo y fraternal brindis que logro unir dos almas de distintos
continentes con la misma sed viajera al final.
Por último nos queda volver a la ciudad y quedarnos con el gran recuerdo de lo vivido en primera
persona para transmitir a las que quieran visitar. Si, el objetivo fue alcanzado y todavía
continuamos felizmente conectados con el lugar.
Datos finales;
Excursión de medio día, recomendada para inicio o final de estadía en la ciudad. Reservar con
antelación sobretodo si requiere algún ítem extra.
Esperamos disfruten de esta excursión alternativa tanto como lo hicimos nosotros. Pueden
seguirnos en Barrilete_cosmico_viajero.

Galería multimedia