Nos deleitamos con la vista más alta de Viedma

Paseo por la ciudad
Salimos a recorrer la Manzana Histórica un mediodía de verano, cuando la soledad se apodera de los centros y la curiosidad de nosotros.
Desde la plaza divisamos una construcción imponente de ladrillos a la vista.
En la época en que se construyó no era habitual el uso de cemento, por tanto esos ladrillos están pegados con barro, creando muros sólidos y robustos. Al acercarnos reconocimos la fachada típica del Neorrenacentismo Italiano, y el cartel de la entrada rezaba que ese era el Primer Colegio Salesiano de la Patagonia. No dudamos en entrar, pero claro, a la hora de la siesta todo está cerrado. Allí hay para visitar un Museo Tecnológico del agua y el suelo, un Museo Salesiano y una Biblioteca. No tuvimos suerte en ninguna puerta.

Unas puertas se cierran y otras se abren
Sin embargo, movidos por la intriga que nos generan estos edificios antiguos aprovechamos a fotografiar las amplias galerías, las arcadas y los antiguos ventanales. Y mirando para  arriba divisamos la torre del reloj en la que rebotaba el sol que nos cegaba.
Un hombre se acercó a preguntarnos de dónde éramos y detalles de nuestro viaje. Ni lentos, ni perezosos también nos lanzamos a  indagar.
A través de su relato nos enteramos de que ése había sido el único edificio que sobrevivió a la famosa inundación de 1.899, cuando desbordaron el Río Negro y la Laguna El Juncal. También nos contó que hasta 1.920 funcionaron la Escuela Elemental de Varones y el Colegio María Auxiliadora para niñas (inaugurados en 1884). Y que desde hace tiempo viene sufriendo transformaciones, fragmentaciones y falta de mantenimiento. Ante nuestro interés, nos ofreció pasar para conocer el interior de las instalaciones, advirtiendo que estaba en reparación y deberíamos ser muy precavidos.

La aventura
Como no podíamos quedarnos sólo con la belleza de los patios, entramos por un portal que daba a grandes escaleras que parecían no acabar. Subimos sacando fotos desde distintas alturas y perspectivas y así, sin darnos cuenta seguimos avanzando. El hombre no nos detuvo pero insistía en que subamos despacio y con mucho cuidado ya que no estaba habilitado para visitarlo.
En lo más alto estaba todo muy deteriorado: pisos, techos,paredes y escaleras súper empinadas, ya era un lugar devenido en palomar por la falta de mantenimiento. Lo cual resulta triste. Uno se pregunta cómo esos espacios cargados de historia pueden estar tan abandonados y menospreciados, pero no vamos a explayarnos en este punto, cada quien saque sus conclusiones. Nuestro interés seguía latente y nos empujaba a descubrir más secretos.

Dentro de la torre octogonal
A esta altura la princesa del cuento era descubierta en la torre más alta. Nos encontramos con un reloj antiquísimo, con una caja de engranajes muy curiosa. Allí supimos que fue restaurado  con tecnología digital para permitir su actual funcionamiento. Lo retratamos desde todos los ángulos y le miramos todos los detalles..

Vista Panorámica
Desde allí salimos al mirador de la torre, que antiguamente era utilizado por los salesianos como observatorio meteorológico. Logramos unas panorámicas hermosas de la ciudad, llegando a divisar a la vecina Carmen de Patagones, del otro lado del río.
A decir verdad, no era un lugar muy seguro para estar pero valía la pena hacerlo: las puertas balcón tenían vidrios rotos, los enrejados estaban vencidos y los pisos deteriorados. No nos demoramos allí para no comprometer al hombre que tan buen guía resultó. Pero fue una experiencia increíble y emocionante que nos llevamos de Viedma. Todo lo no planeado siempre nos sorprende gratamente, nos entregamos a la exploración.

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